
Gracias al intelectual Robert
Giraud, a quién conoció en el 1947, pudo acceder al mundo nocturno de la ciudad
de París, la cual le sirvió de inspiración para realizar sus fotografías. Doineau
era un fotógrafo tímido que se escondía tras el visor de su cámara Rolleiflex.
Este fotógrafo no tenía intenciones de crear un registro metódico, prefería
disfrutar del placer diario y no tenía intención alguna de crear un registro de
la vida parisina.

Doisneau
es uno de los representantes y fundadores más importantes de la fotografía
humanista junto con Henri
Cartier Bresson y Willy Ronis.
La fotografía humanista es
un movimiento que tiene como objetivo principal remarcar la figura del ser
humano en las fotografías. Se trata de capturar momentos de la vida de las personas sin hacer hincapié en nada
accesorio que distraiga la mirada. En cierta medida este movimiento está basado
en el humanismo y surgió en los años treinta del siglo XX.
Este movimiento
engloba gran variedad de autores que en su fotografías comparten una visión de
las personas y su forma de vivir dirigida a mejorar el mundo, empleando un
planteamiento estético más próximo a lo excepcional que a lo cotidiano lo que
hace que a veces esté próximo a una visión surrealista.
El centro de cultura contemporánea La Térmica acoge
la exposición “Robert Doisneau. Retrospectiva“,
del 10 de octubre de 2014 al 7 de enero de 2015, con una selección de 50
fotografías en blanco y negro. Se trata de un conjunto de imágenes conocidas,
elegidas en su mayor
parte por sus herederos y los responsables de su legado. La exposición ofrece
la evolución de uno de los autores fundamentales de la fotografía contemporánea
en un recorrido de cuatro décadas a través de las piezas procedentes del legado
familiar de Doisneau.



Esta selección de fotografías
nos proporciona una relectura crítica y actualizada que muestra la belleza de
sus imágenes como fruto de un gran y duro trabajo.

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