Robert Doisneau (1912-1994), nació
en un barrio burgués del norte de París del cual nunca se pudo separar. En 1929 comienza a realizar
sus primeras fotografías aprendiendo de forma autodidacta y leyendo las
instrucciones de las cajas de emulsión para revelar. Estudió litografía y
grabado y trabajaba de manera independiente desde 1932. Dos años más tarde, fue
contratado por la empresa Renault, pero dejó el trabajo en el 1939 para unirse
a la agencia Rapho photography.
Gracias al intelectual Robert
Giraud, a quién conoció en el 1947, pudo acceder al mundo nocturno de la ciudad
de París, la cual le sirvió de inspiración para realizar sus fotografías. Doineau
era un fotógrafo tímido que se escondía tras el visor de su cámara Rolleiflex.
Este fotógrafo no tenía intenciones de crear un registro metódico, prefería
disfrutar del placer diario y no tenía intención alguna de crear un registro de
la vida parisina.
Su
primer libro, un proyecto conjunto con Blaise Cendrars, La Banlieu de Paris (Los
suburbios de París), fue publicado en 1949. El éxito llegó pronto, sus fotos se
hicieron famosas en todo el mundo y se convirtió en el “retratista” de París. París era su mundo, la
fotografía su pretexto, la curiosidad su fuerza motriz y la ligereza su estilo.
Nadie más podía hacer esas fotografías inolvidables que capturaban ese
imperceptible momento de equilibrio, el fruto de una rara maestría y
refinamiento. Vivió junto a su cámara,
su mejor compañera, hasta su muerte en 1994.
Doisneau
es uno de los representantes y fundadores más importantes de la fotografía
humanista junto con Henri
Cartier Bresson y Willy Ronis.
La fotografía humanista es
un movimiento que tiene como objetivo principal remarcar la figura del ser
humano en las fotografías. Se trata de capturar momentos de la vida de las personas sin hacer hincapié en nada
accesorio que distraiga la mirada. En cierta medida este movimiento está basado
en el humanismo y surgió en los años treinta del siglo XX.
Este movimiento
engloba gran variedad de autores que en su fotografías comparten una visión de
las personas y su forma de vivir dirigida a mejorar el mundo, empleando un
planteamiento estético más próximo a lo excepcional que a lo cotidiano lo que
hace que a veces esté próximo a una visión surrealista.
El centro de cultura contemporánea La Térmica acoge
la exposición “Robert Doisneau. Retrospectiva“,
del 10 de octubre de 2014 al 7 de enero de 2015, con una selección de 50
fotografías en blanco y negro. Se trata de un conjunto de imágenes conocidas,
elegidas en su mayor
parte por sus herederos y los responsables de su legado. La exposición ofrece
la evolución de uno de los autores fundamentales de la fotografía contemporánea
en un recorrido de cuatro décadas a través de las piezas procedentes del legado
familiar de Doisneau.
Esta selección de fotografías
nos proporciona una relectura crítica y actualizada que muestra la belleza de
sus imágenes como fruto de un gran y duro trabajo.
Entre todas sus fotografías,
cabe destacar la
imagen titulada en francés ‘’Le Baiser de l'Hôtel de Ville’’ (El beso), es
parte del patrimonio sentimental de la humanidad. La foto representa una chica y un chico veinteañeros besándose con pasión mientras la vida de la ciudad no se
detiene alrededor. Doisneau mantiene un foco preciso en los jóvenes y deja que
el resto del mundo parezca nebuloso y precipitado. Como síntesis poderosa del
amor, la imagen se convirtió en una de las fotos más reproducidas y vendidas
del siglo XX.
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